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sábado, 9 de agosto de 2014

Cuando no hay inversionistas, sencillo, mata a los intermediarios

A diario escucho la queja de muchos emprendedores sobre lo duro que es crear empresa en América Latina, que no hay inversionistas, que existe un exceso de programas que se dedicaron de manera exclusiva a entregar asesoría en administración y gestión cuando la necesidad es el cómo generar capital de trabajo para poder entregar un producto mínimo viable y validar con clientes y de manera ágil si esas ideas maravillosas que tienen muchas personas son viables en el mercado.


Siendo bastante sincero, no creo que le importe a los famosos inversionistas el "ecosistema emprendedor colombiano", el mismo que tanto promulgan por ahí tanto entidades del estado como mixtas, y que han visto en el talento, sueños y necesidad de mucha gente una oportunidad de negocios redonda para meter en sus arcas millones en servicios de asesoría y consultoría.


Creo que los que más han ganado en este paseo son las casas de banquetes  porque reuniones y eventos sociales hay por todos lados buscando fomentar el talento y el heroísmo emprendedor; pero del billete para sacar a flote nuevas iniciativas empresariales nada.  En resumen,  estamos padeciendo la enfermedad de la novia quinceañera, todo el mundo la manosea y se la pasea, eso no me parece justo, en especial con todas las personas así como yo, que a diario nos toca sudar la camiseta por nuestros propios sueños y que a la hora de la verdad el tal ecosistema emprendedor en lugar de ayudar restringe, vive en función de las roscas y limita nuestro propio crecimiento y posicionamiento.


También podría comparar las famosas redes de inversionistas como la "época del descubrimiento y la colonización" en donde con espejitos perdimos la identidad y la dignidad  como pueblo.


¿Vale la pena entonces seguir esperando resultados de un modelo que de antemano sabemos ha fracasado?


Creo que llegó el momento de que nosotros mismos, los emprendedores nos amarremos los pantalones para fomentar mediante la libertad de asociación nuevos modelos que nos  permitan enfrentar el cementerio de los elefantes y empezar a pensar no en el país, ni en un aparato económico y político vetusto, el mismo que tiene que recurrir a las prácticas de la corrupción y del clientelismo para mantenerse con respiración artificial. Debemos pensar en nuestro bienestar como personas dignas y trabajadoras. De manera absurda seguimos entregando como si fuesen cheques en blanco nuestros recursos a un sistema arbitrario, inequitativo, inquisidor y falto de moral, que se jacta de entregar miles de millones de recursos para el fomento del empresarismo y la cultura del emprendimiento, pero que uno no sabe a quién se los entregan, la destinación y mucho menos los resultados.


Es hora de matar al intermediario y decir ya basta a tanta vulgaridad en uso indiscriminado de recursos, de abusos contra los que con sacrificio, sudor y lágrimas procuramos vivir dignamente y con honradez en un país que no lo permite.



¿Cómo matar al intermediario?


En doce años de trabajo nos hemos declarado en Comunidad Seiton disidentes y apáticos de la farsa y de los mentirosos del ecosistema emprendedor que tanto promueven en Colombia. Mantenemos nuestra autonomía para emprender con responsabilidad, crítica y con una visión humanista por encima de los intereses del mercado. En doce años de trabajo no hemos pedido créditos, tampoco hemos participado en concurso de emprendimiento; todo esto se puede hacer gracias a la existencia de un ecosistema privado de negocios, que se complementa y convive bajo unas reglas de juego (servir a las personas, las personas no sirven al mercado ni a las instituciones financieras).  Un ecosistema que desconfía del que solo pide y no se dedica a proponer y hacer.


Si es emprendedor, empresario o está cansado de tanto abuso y falta de apoyo real por parte del "ecosistema de emprendimiento" no sienta temor, quiero compartirle algunas ideas que pueden ser de gran ayuda para empezar a construir su propio ecosistema privado de negocios:




  1. Identifique sus principios, también personas que sean afines a sus principios para construir una red de servicios: A diferencia de la famosa estrategia de la conformación de un clúster, las redes de servicios no se construyen sobre productos o bienes o infraestructuras, mucho menos con el que más tenga o pueda. Las redes de servicios se hacen en función de las personas. Si entendemos que cada uno merece respeto, reconocimiento, ayuda existirá un entorno propicio para crear un modelo de intercambio privado, eficiente y cuya única moneda de intercambio es la confianza. En la economía del siglo XXI las personas solo seguirán y harán una defensa pública a las compañías y organizaciones que practiquen la bioética.

  2. Cultive una red de usuarios: Se cultiva una red de usuarios cuando es transparente, no es intrusivo y se preocupa por entender su misión en el entorno. Se cultiva una red de usuarios cuando se esmera por superar las barreras del acceso, la disponibilidad y la calidad. Existe una comunidad de usuarios cuando existe una comunicación, participación y crítica de doble vía. Internet puede ser un aliado, pero no es la panacea, no hay como percibir los millones de movimientos de los músculos de la cara para saber si lo que hacemos le agrada a alguien, eso no se no se puede en los medios digitales.

  3. Democratice su emprendimiento: Si usted es reconocido como alguien que entrega valores por encima del promedio, que se preocupa por el bienestar de un territorio no le faltarán inversionistas. Sus principal inversor será su red de usuarios, los cuales perciben una serie de beneficios por encima de las necesidades de acceso, disponibilidad y calidad; éstos últimos perciben que el ser parte de su organización genera reconocimiento, parte de su vida y que requiere ser sostenida, innovada y escalada a otras personas. Iniciativas como el crowdfunding, la generación de bonos comunitarios o cualquier otro mecanismo de participación financiera por parte de sus clientes.


Es hora de matar al intermediario.

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