Para mí no era raro que en el siglo XXI se declarara la carne y los derivados que se producen a partir de ella como un factor de riesgo para la aparición de cáncer en el ser humano.
Para los que estudiamos la ciencia y la tecnología alimentaria sabemos que para poder preservar la carne procesada tales como las salchichas, los chorizos o los jamones cocidos entre otras más delicias para el paladar de consumidor se tienen que recurrir a ciertos agentes químicos que de antemano no son del todo sanos y seguros. Tal es el caso de los nitritos usados para evitar que bacterias muy peligrosas como el clostridium botulinum y el clostridium perfringens causantes del botulismo, parálisis cerebral, paro cardio respiratorio y la gangrena gaseosa se reproduzcan en un sustrato óptimo para su desarrollo y generación de las toxinas sobre las cuales no hay cura y que pueden causar la muerte en 48 horas en población inmunodeprimida.